domingo, 25 de octubre de 2015

Incubus y Sucubus

El Incubus: (del latín Incubus, in, ‘sobre’ y cubare, ‘yacer’, ‘acostarse’) 

Se define como un demonio lujurioso, con forma masculina que viola a las mujeres en la noche para que ellas procreen un hijo que bien podría convertirse en un demonio, depende mucho de cómo sea el niño, muchas veces nacen con habilidades mágicas. (como el mago Merlín, hijo de un incubo y de una prostituta, según una de las tantas versiones de su nacimiento, otra versión de la leyenda dice que la madre era una monja seducida por el demonio, otra de las versiones sostiene que la madre era una célibe hija de un rey menor de Gales del Sur). 


Los íncubos atacan a todo tipo de hembras, sin importarles su edad, apariencia física o estado civil: lo mismo les da que sea guapa o fea, alta o baja, viuda, soltera o casada, embarazada o infértil, enferma o sana, ninfómana o anorgásmica: el caso es que sea mujer y que tenga una mínima energía sexual para alimentarse de ella, robándosela noche tras noche, de manera que el demonio se va haciendo cada vez más fuerte mientras su víctima (que, enganchada al placer, es capaz de dejar a su marido y todo para consagrarse al demonio) se debilita progresivamente, llegando en ocasiones a sufrir ataques al corazón o una muerte violenta ocasionada por el intenso placer sexual que su cuerpo, ya consumido, no soporta.




El Súcubo (del latín succŭbus, de succubare, «reposar debajo») 

Según las leyendas medievales occidentales, es un demonio que toma la forma de una mujer atractiva para seducir a los varones, sobre todo a los adolescentes y a los monjes, introduciéndose en sus sueños y fantasías para robarles su semen. 

Según la zona geográfica, la leyenda varía y, aunque siempre se trata de mujeres hermosas, cambian algunas de sus características y su forma de hacer el mal: algunas mitologías hablan de demonios masculinos que toman la forma de mujeres muertas para consumir al hombre; otras, de beldades que viajan montadas en burro y poseen vaginas dentadas con las que castrar al hombre que las penetre; otras, de mujeres aladas que, cual mantis religiosas, se comen al hombre vivo durante el acto sexual. También hay cuadros que pintan a los súcubos como seres híbridos, mujeres humanas mezcladas con bestias, que lucen cornamentas, colmillos, cascos de caballo, alas de Cthulhu y otros complementos de pesadilla que acentúan su rara belleza. 

Según el Malleus Maleficarum o el "Martillo de Brujas", escrito en 1486 por Heinrich Kramer, los súcubos coleccionan el semen de los hombres con los que durmieron. Los íncubos a continuación, utilizaban el semen para fecundar a las hembras humanas, lo que explica cómo los demonios podrían parecer engendrar hijos a pesar de la creencia tradicional de que eran incapaces de reproducirse. Se suponía que los niños que serían engendrados, serían más susceptibles a la influencia de los demonios así se forjaría un vínculo sexual multigeneracional entre especies. 

A partir del siglo XVI, el tallar de un súcubo en el exterior de un mesón indicó que el establecimiento también funcionaba como burdel. 

Un poco de historia 

Su historia está ligada a la existencia de la humanidad desde la creación misma ya la literatura hebrea habla de Lilith de quien se dice fue la primera compañera de Adán que fuera creada de la arcilla y que se caracterizaba por su intenso carácter ligado a su fuerte sexualidad y que al no ver satisfechos sus deseos abandonó voluntariamente el paraíso, por sus características sexuales y por haberse enfrentado a Dios se le cataloga como el primer espíritu súcubo, después de haber abandonado el Edén entonces es que Dios decide hacer a Eva según continua la historia. 

A Lilith se le ha considerado la reina de los súcubos, por alinearse en el bando enemigo de Dios al marcharse del Paraíso. Y de ahí se ha pasado a suponerla una perversa ninfómana, que seduce a los hombres con maestría para estrangularlos después. Algunas tradiciones cuentan, que entre el cabello de Lilith se encuentran, enredados, los corazones de los jóvenes que sucumbieron a su hechizo. 

Su existencia se vincula a todas las civilizaciones y a todas las religiones En correspondencia con los íncubos están los djinn árabes, los sátiros griegos, los bhuts hindúes, los hotua poro de Samoa, los dusii célticos y muchos otros atribuyendo incluso a ello las características que permitieron ser lideres a muchos personajes no sólo de la mitología sino también de la historia entre ellos se pueden contar Merlin, Hércules, Rómulo, Remo, Octavio Augusto, Julio Cesar, Alejandro Magno así mismo el pueblo de los Hunos, que aterrorizo a Europa bajo el manto de Atila, se creyó procedente de la unión de íncubos de la estepa, con brujas de oriente, también mencionan una especie de humano denomino Canbions y que se trataría del hijo de un incubo y un súcubo. 

Una de las condiciones en que difieren los íncubos y los súcubos radica precisamente en una característica que es identificable en muchas culturas y que es la subyugación de la mujer por lo cual mientras el incubo no muestra apego alguno por aquellas a quienes toma como amantes y según la creencia su finalidad aparte de pervertir es la de crear el anticristo, al contrario de estos se han podido identificar entre los súcubos algunos que han demostrado la más absoluta obediencia al humano a quien tomaban por compañero (algo extraño si se toma en cuenta la razón por la que Lilith abandonó el paraíso). 


Casos documentados 

Papa Silvestre II 

Estuvo en relación amorosa con una bella súcubo durante mucho tiempo, cuando era simplemente Gerberto de Aurillac. Después de estudiar en su tierra natal y en el monasterio de Ripoll (Cataluña, España), llegó a Reims a los 34 años de edad. En esa ciudad, de la que fue arzobispo nueve años después, cimentó su fama de erudito, sobre todo en matemáticas y astronomía; fama que, unida a su vertiginoso ascenso en lo eclesial y en lo político, indujo a muchos a pensar que practicaba la necromancia y se servía de medios mágicos para alcanzar cuanto se propusiera. Recién llegado a Reims, Gerberto estuvo a punto de abandonar su carrera tras un fracaso amoroso, fue ayudado a superar el trance por una hermosísima y acaudalada mujer llamada Meridiana, que se convirtió en su amante y protectora. 

En realidad era un súcubo, pero, lejos de burlarse del futuro Papa, se mantuvo fiel en el lecho y en el uso de las artes mágicas, concediéndole noches de placer y apartando los obstáculos que pudieran estorbar su ascenso al trono de San Pedro. El que no resultó fiel fue él, pues, llegada la hora de la muerte, confesó públicamente sus pecados y se arrepintió, renegando así de una amante de la que no había obtenido otra cosa que favores y lo cual según las narraciones convirtió su tumba en uno de los sitios más aterradores de Roma. 

Don Benedetto y Armellina 


Otra súcubo famosa fue Armellina, amante de un sacerdote réprobo, al que Giovanni Francesco Pico della Mirandola (no confundir con su tío homónimo, el célebre pensador italiano) se refirió en su La Strega (La bruja), el primer libro sobre brujería que se editó en italiano, tras el éxito obtenido por su versión original en latín: 


“…Ese malvado sacerdote, al que ya me he referido, decía que sentía mucho más placer acostándose con un súcubo llamado Armellina, que con cualquier otra mujer. Ese desgraciado hombre estaba tan enamorado de Armellina, que ella lo acompañaba frecuentemente en sus paseos por la plaza.” 


En el libro "Demon's Lovers: Witchcraft, sex and belief crisis" de Walter Stephens se habla mas al respecto, he aqui una reseña del libro. 


Carla Moran 


El caso de Carla Morán, también conocido como el “Caso de Doris D” o el “Caso de Doris Bither”, representa uno de los casos más intrigantes pero menos estudiados dentro de la Parapsicología. Fue este el caso que inspiró la película “El Ente”, la cual a su vez se basó en la novela del mismo nombre que Frank de Felitta escribió en base a los escalofriantes hechos reales de los que Doris Bither fue víctima. 


Doris Bither era una madre soltera que vivía en una casa de Culver (California) con sus cuatro hijos (una niña de 6, tres varones de 10, 13 y 16), todos de diferentes matrimonios. Su vida, relativamente tranquila, comenzó a ser trastocada cuando en mayo de 1974 se desataron los primeros episodios de lo que sería una larga pesadilla, tan larga que la seguiría por años enteros. En concreto, Doris había empezado a sufrir ataques sexuales por parte de una entidad invisible a la que ella, basada en los traumatizantes contactos que había tenido con dicha entidad, le atribuía la forma de un atacante masculino alto y fornido. 


Aquella entidad abusaba de Doris por las noches: la tocaba, la forzaba violentamente contra su cama y después la golpeaba y abusaba sexualmente de ella. Tras repetirse el episodio numerosas veces, Doris buscó ayuda psiquiátrica mas, al recibir un diagnóstico de normalidad, fue a buscar ayuda en investigadores de la Universidad de California. Fue así que acudió al laboratorio de Parapsicología, donde logró contactar con su director, el Dr. Barry E. Taff, un psiquiatra e investigador escéptico.